BELLINGHAM, EN SU NUEVA REALIDAD

Hay gente preocupada por Bellingham. Yo no. Cierto es que los últimos partidos del inglés no han sido del todo brillantes (aunque haya trabajado con rigurosidad y no se haya borrado en ningún momento de la dinámica colectiva). Cierto es que esperábamos alguna que otra hazaña frente al City o al Bayern (no olvidemos su gol decisivo contra el Barça). Pero no, no estoy preocupado porque lo que le ocurre a Bellingham es un fenómeno clásico y, en su caso, lógicamente esperado. Simplemente está digiriendo, asimilando su nueva vida. Consulté a una amiga psicóloga clínica llamada Johanna Rozenblum que me explicó que el jugador está recibiendo un “golpe de realidad”, que se está dando cuenta de lo que le ha ocurrido. Ve la presión, ve el entusiasmo que provoca, ve la esperanza que genera, ve la responsabilidad que le da el entrenador.

Durante los primeros meses, la euforia de su llegada y su correspondiente adrenalina, han permitido a Bellingham jugar sin ninguna preocupación, casi igual que cuando era un niño tocando la pelota con sus amigos. Además, todo le salió a la primera y vivió, más o menos hasta Navidad, dentro de una burbuja de despreocupación. En las últimas semanas, el inglés está en la fase de concientización de su nuevo estatus: estrella del Real Madrid. Un proceso normal del que, ya se empieza a notar, está a punto de salir.

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