DONCIC SE GANA LA VENTAJA

En los Mavericks tenían que cambiar algo y así lo hicieron. No se podía volver a repetir la actuación del primer partido contra los Clippers, en la que fueron un trapo en manos de su contrincante. Vaya si hubo transformación en las filas de Jason Kidd. Hasta el entrenador y sus ayudantes tuvieron más inteligencia rectificando. Entre todos sacaron un triunfo de amplia valía en el Crypto Arena de Los Ángeles que rompe la ventaja con que accedieron los californianos a la eliminatoria.

Luka Doncic se exprimió a tope, jugando 46 minutos, para ser el catalizador de este éxito. El esloveno va más allá de sus números (32 puntos) aplicando la máxima de que el equipo siempre es lo primero. Haciendo jugar a los demás rompieron las líneas de los Clippers y completaron el trabajo. No es tiempo para juguetear con las estadísticas, sí para que nueve asistencias valgan un partido. En el caso de Luka todo fue en la dirección de involucrar a los máximos personajes posibles y que la obra fuera de premio.

De los Clippers no se puede hablar en términos tan elogiosos. La desinhibición por la que apostaron el primer día desapareció por completo. Estuvieron agarrotados, faltos de ideas y varios jugadores pecaron de individualismo. Kawhi Leonard regresó a las pistas tras un mes de ausencia entre el misterio y la exigencia. En su franquicia saben que tienen complicado ganar sin él y le han introducido como han podido, pero se nota que aún está renqueante. Quince puntos y todas las dudas.

Un partido deslucido en su primera parte que cogió calor en la segunda y acabó bien disputado y con alternativas para los dos conjuntos. Harden y George, con 22 puntos cada uno, asumieron galones pese a tener a Leonard de vuelta y ellos son los dos ejemplos de a lo que no tenía que jugar Lue; si no hay opción de primeras, me la juego yo aunque no tenga el tiro sencillo. Ésa es la grandeza de Doncic en ocasiones importantes, como la de hoy, en las que se pueden ganar eliminatorias: siempre hay que ver si un compañero puede decidir en mejor posición. Luka involucró a Irving (23) y Washington (18) en el tramo decisivo y fue a abrazar a Kleber -con el que tuvo un pique el pasado domingo- como si lo fueran a prohibir. Sinónimo de equipo. Sobre todo de los que vencen.

Para Dallas esto supone un empuje a sus opciones de clasificación. Además de conocer a los Clippers de dos eliminatorias pasadas acaban de robar el factor de ventaja de pista. Ahora la serie viaja al American Airlines Center, a territorio amigable para ellos, y allí intentarán postularse como el verdadero favorito para pasar de ronda. Ajustes y progreso. Ya lo han hecho otras veces y se encaminan hacia ello. Con Doncic de tu lado todo puede ocurrir. El viernes, el tercer asalto.

Los Mavs buscaron hacer daño gracias a los contactos, tanto en ataque como en defensa. Pero el plan tuvo que variar. Sacaron dos faltas rápidas a Zubac, que había brillado en el primer duelo, pero no lo aprovecharon con un Gafford que se fue lesionado a los vestuarios. No sería el único contratiempo: Hardaway se torció el tobillo derecho y sólo pudo disputar seis minutos. Los problemas serían ésos y pocos más. La actitud había cambiado. Eran otro equipo.

Dos triples de Doncic en el primer cuarto dieron la primera ventaja interesante a los texanos. Pero había más protagonistas. Kawhi había sido un fantasma que salió de titular y había vuelto a la cueva. Kyrie tampoco estuvo a tono en sus primeras acciones. Los dos mejoraron. Y menos mal. Para el espectáculo hacían falta chispas y durante esos dos primeros parciales hubo pocas. Partido feo. Un mate de Harden, se supone que por aquello de la novedad, levantó al público local de sus asientos. Había que contentarse con cualquier cosa.

Los Clippers recuperaron el alma de Kawhi, que lo tiene aunque parezca un robot, y con él se acercaron peligrosamente en el marcador. Estaban cambiando las marcas a Doncic, que tras el descanso tardó en volver a soltarse. La defensa brillaba en el otro lado. Los de Kidd pasaron una crisis de casi cuatro minutos en los que se quedaron a cero y el marcador cambió de dueño. Venía la caballería. Pero ahí salió la gana, el interés, la rabia de un Luka que sólo salía a ganar.

Una técnica al final del tercer cuarto espoleó a Doncic. Le habían pegado dos palos en la misma jugada y la protesta airada esta vez tenía justificación, pero el castigo era para él. La tarea de sacarle del partido con trucos más allá del balón empezó a ser una opción. ¿Por qué? Porque tras verse seis abajo, tras canastas de Powell y Zubac, se había picado. Iba a sacar lo mejor que tenía dentro, también lo de sus discípulos. En ese momento metió en vereda a P.J. con cinco puntos y le hizo marcar el perímetro como el sitio en el que iba a buscarle. Después, triplazo. El tiempo muerto de Lue desprendía miedo. Después, otro. Aparecía el Irving con las ideas más claras para ser esa segunda pata de la pareja que puede llevar a los Mavs a las cotas más altas. Aún quedaban dos asistencias para tiros de tres, una a Washington y otra a Kleber. Con seis de ventaja, y a falta de 1:26, era la hora de que el que parara el reloj fuera el propio Luka. Un tiro para sentenciar.

Los Clippers tramaron un intento de remontada en ese minuto y medio. Harden encontró aro rápido con un triple. Leonard también lo hizo con una puerta atrás. Kidd se vio favorecido por una revisión de los árbitros, que todo cuenta, y fue Irving el que cerró la cuenta de Dallas con tres lanzamientos de un punto. El triple de Paul George con el que se finiquitó el marcador no tuvo incidencia alguna, fue a una décima para el final. Una victoria para cambiar paradigmas.

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