HALIBURTON AMARGA EL RETORNO DEL HIJO PRóDIGO
El drama es parte de los playoffs, pero lo que se ha vivido en Indiana va casi más allá de eso. Partido titánico, heroico, de dos equipos estupendos. Y victoria local en unos Pacers que rugieron de gusto después de tenerlo ganado en varias ocasiones, pero con las dudas acechando por culpa de un rival que pareció tener más vidas que un gato, recuperándose en cada embestida, forzando la prórroga y amagando con hacerse con una victoria que parecía improbable y fue finalmente imposible. Es lo que tiene, la lógica aplastante de jugar ante unos Bucks que siguen con la vista puesta en un retorno que cada vez está más lejano, el de un Giannis Antetokounmpo que vio el duelo vestido de calle, en el banquillo, pero que no tiene visas de volver en una primera ronda que se pone muy complicada para el equipo de Doc Rivers, que tras encontrarse con una victoria inequívoca en el asalto inicial ha perdido dos duelos consecutivos y está obligado a ganar el cuarto si quiere recuperar la ventaja de campo y que no empiecen a sonar esos vientos de fin de proyecto que asolan a la entidad de Milwaukee desde que hace un año perdieran en primera ronda ante los Heat (4-1) y empezara una caída a los infiernos que, por unos motivos o por otros, parece no tener fin.
Y eso que, para delicia de nostálgicos, volvió Khris Middleton. Ese ser otrora celestial que ha caído presa de las lesiones y que no se terminó de recuperar jamás de los problemas de rodillas que aparecieron en los Bucks post anillo volvió a ser el de antes por un día. Ese que anotaba 38 puntos en un sexto puesto de semifinales de Conferencia contra los Nets con su equipo contra las cuerdas. O que se iba a 40 en el cuarto asalto de las Finales, esas que permitieron empatar a 2 a los Suns y luego poner la directa al primer anillo de la franquicia en 50 años, el prometido, el que convirtió a Giannis Antetokounmpo en leyenda. Desde entonces, el papel del alero ha sido muy pobre y muchos pedían un traspaso que no llegaba. Su capacidad defensiva disminuyó, al igual que su explosividad y sus porcentajes de tiros de campo. Pero perro viejo nunca muere y, camino de los 33 años, Middleton ha demostrado que su pundonor sigue intacto y que su capacidad para el baloncesto todavía puede florecer en un momento determinado. Aunque, por desgracia, no le haya valido para nada en esta ocasión.
Middleton finalizó con 42 puntos (su mayor anotación en playoffs), 10 rebotes y 5 asistencias, 16 de 29 en tiros de campo, 4 de 9 en triples y 6 de 6 en tiros libres. Anotó 11 tantos en el último periodo, incluido un triple espectacular para forzar la prórroga. Y, cuando quedaban poco más de 6 segundos para la conclusión de la misma, logró un triple frontal que empató el partido a 118. Una actuación sublime que estropeó Tyrese Haliburton, con un tremendo 2+1 que puso la guinda a una actuación en la que pudimos ver a ese base que nos enamoró hasta el In-Season Tournament y que luego bajó sus prestaciones paulatinamente: 19 puntos, 10 rechaces y 16 pases a canasta, el cuarto jugador de la historia de los Pacers que logra un triple-doble en playoffs. Suya fue la canasta de la victoria, jaleada por el Bankers Life Fieldhouse, una pista llena de ganas de ver a su equipo en unos playoffs que no pisan desde 2020 y en los que llevan sin pasar de primera ronda desde 2014. Toda una década. Pero ya se sabe: “en 49 estados se llama baloncesto, pero esto es Indiana”. Un lema eterno, un himno eterno y un mantra para una franquicia que siempre ha visto de lejos el anillo, pero nunca ha dejado de tener ilusión.
Los Pacers ganaron (121-118) tras un fallo en el triple de un Middleton al que no le quedaba más magia pero que cuajó una actuación estupenda. Tras el primer periodo (39-22) y llegar a ganar de 19, especularon demasiado y se hicieron pequeños, algo común entre plantillas de esta experiencia. Pascal Siakam puso la sapiencia y la paciencia, con 17 puntos, 9 rebotes (4 de ellos ofensivos) y 4 asistencias y sigue siendo el jugador que más intelegentemente aprovecha los espacios que genera la ausencia de Giannis. Myles Turner, con 29, campa a sus anchas por una zona en la que Bobby Portis (17, con 18 rechaces) lo intenta pero no abarca. Andrew Nembhard sumó 16 y Obi Toppin 15 desde el banquillo. Todo eso palió el horrible día en el triple de los locales, que se quedaron en 13 de 49, 5 de 13 en el periodo inicial y 8 de 36 en el resto del partido, una tortura eterna que permitió a los Bucks apurar sus opciones hasta el final y contar con posibilidades cuando parecía que era imposible que levantaran el vuelo. A punto estuvieron de hacerlo, pero apareció Haliburton para ahuyentar fantasmas y asegurar un triunfo que habría sido una catástrofe perder.
En los Bucks, Damian Lillard se fue a 28 tantos, pero con un pírrico 6 de 20 en el lanzamiento. Brook Lopez a 14 y Patrick Beverley a 11. Fueron a tirones y se metieron en el partido más por demérito de los Pacers que por inercia, pero al final tuvieron sus opciones, aunque frustradas. Doc Rivers, curtido en mil batallas, no pudo resolverlo simplemente porque parece un entrenador gafado que no consigue nada allá donde va. Se le acaban las excusas, por muy afable que sea. Otro técnico, este legendario, llamado Phil Jackson, decía que los playoffs se decidían por una mezcla de talento y suerte. Y hemos visto mucho de lo primero en este tercer asalto, uno que pone a los Pacers por delante en una eliminatoria que los Bucks, sin Giannis, tienen muy complicada. Haliburton decidió el día del retorno del hijo pródigo. Un Middleton que regresó de entre las tumbas para transmitir una esperanza infundada que no pudo redondearse con la victoria. Es lo que pasaba hace no mucho tiempo, pero las cosas cambian y parecen que la magia de antes es imposible ahora. Por mucho que vuelva un jugador que en su día fue una gozada ver practicar el baloncesto. Hoy lo ha vuelto a ser. Pero ni por esas. Es lo que hay.
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