LA SEGUNDA ESPANTADA DE ZAPATERO: ¿QUé ES LA MISIóN KFOR Y POR QUé ESPAñA NO PARTICIPA?

En la historia militar española contemporánea hay dos grandes espantadas que han manchado la ejemplar hoja internacional de servicios de nuestras Fuerzas Armadas. En ambas, el factor común fue el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y ambas, motivadas por criterios políticos y no estratégicos. La primera, todavía hoy citada por los analistas para enmarcar las relaciones bilaterales con Estados Unidos, fue la abrupta retirada de Irak —precedida unos meses antes por el insólito desplante de Zapatero a la bandera estadounidense durante el desfile de la Hispanidad de 2003—. La segunda, y quizá más dolorosa para las Fuerzas Armadas, fue el mutis por el foro español de Kosovo en 2009.

Estos días, la Kosovo Force (KFOR) ha vuelto a los titulares por la escalada de las tensiones en la región. Aunque normalmente trata de permanecer ajena a las esporádicas, pero recurrentes, tensiones nacionalistas; en esta ocasión el contingente de la OTAN se vio directamente involucrado en una trifulca generada por unas recientes elecciones locales en la que 25 soldados fueron heridos, tres en condición crítica. España, que ha suplido su falta de inversión presupuestaria en defensa con una destacada presencia en todo tipo de misiones y maniobras internacionales, está ausente de esta. ¿Por qué?

La KFOR fue desplegada tras las 11 semanas de intervención militar de la OTAN en el avispero balcánico —en los que participaron F-18 españoles—. La Alianza buscaba proteger a los separatistas albanokosovares que se habían rebelado contra el control de Serbia, entonces todavía Yugoslavia, en un conflicto que dejó miles de muertos (la cifra definitiva es muy disputada). Los serbios fueron expulsados de su antigua provincia y el contingente multinacional entró en el territorio con un mandato de Naciones Unidas para mantener la paz y una libre circulación que facilitase el retorno de refugiados. España estaba entre los países que más y mejor contribuían en esta fuerza. Durante una década, pasaron más de 22.000 militares que hicieron más de 52.000 patrullas en las que desactivaban explosivos, ayudaban en tareas de reconstrucción o repartían ayuda humanitaria. También perdieron la vida nueve soldados en servicio.

K.A.P.

Pero todo cambió en febrero de 2008, cuando Kosovo declaró su independencia unilateral de Serbia, algo que España se negó —y se niega— a reconocer (como tampoco lo hacen en la UE Eslovaquia, Chipre, Rumanía y Grecia; o Serbia, China y Rusia, fuera de ella). La decisión no entusiasmó a nuestros aliados, pero se comprendía en el contexto de un país sometido a varias tensiones separatistas y con una banda terrorista todavía activa. Pero lo que no pudieron disculpar fueron las formas.

"La misión está cumplida. Es hora de volver a casa", anunció la entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, durante una visita exprés al contingente militar en Kosovo en marzo de 2009. La alta funcionaria alegaba que el entorno de seguridad había mejorado y que la salida se haría de forma escalonada y coordinada con la OTAN. Pero en realidad, el Gobierno buscaba a toda costa negar la existencia del país, hasta el punto que esa fue la primera y última visita de la ministra. De hecho, ni siquiera voló a Pristina, que sería lo habitual, sino que se trasladó en un Hércules hasta una base italiana y, de ahí, a la Base España en helicóptero sin pisar suelo kosovar. "Habéis sido capaces de dar un entorno de seguridad a la población civil y hoy Kosovo es un territorio reconstruido", concluyó Chacón.

Pero la OTAN no estaba de acuerdo. "No estoy contento", respondió cortante el secretario general de la Alianza, Jaap de Hoop Scheffer, cuando le pidieron reaccionar a la noticia. "No se ha tomado en el seno de la OTAN" —prosiguió— "primero han de darse las condiciones políticas y de seguridad para ordenar el repliegue y en el caso de Kosovo no se dan".

Ángel Villarino

La intempestiva decisión, que el Gobierno tampoco consultó con Washington o Bruselas, volvió a agriar las relaciones trasatlánticas. Había pasado un lustro de la salida de Irak y el ambiente parecían remontar con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. Pero el desplante en Kosovo irritó profundamente a Washington, tanto que Joe Biden, entonces vicepresidente, llegó a reprochárselo a Zapatero cara a cara en una cumbre en la ciudad chilena de Viña del Mar.

Biden "aseguró que deseaba una colaboración genuina con España, pero que el cambio de relaciones era difícil y requería pasos recíprocos. Por ejemplo, cuando España retiró unilateralmente su misión de Kosovo hubiésemos apreciado más colaboración y que nos hubiesen advertido antes. Esta decisión es soberana para España y EEUU la respeta, pero tendríamos que haberlo discutido", resumió un cable diplomático filtrado por WikiLeaks sobre la conversación privada que mantuvieron ambos dignatarios.

M. R.

El informe diplomático relata que el presidente español justificó la decisión como una forma de evitar cualquier tipo de gesto que pudiera interpretarse como un respaldo a la independencia kosovar, pero finalmente concedió que "España tenía que haber realizado consultas más claras con EEUU antes de su retirada". La sangre (diplomática) no llegó al río y, al finalizar la cumbre, el asunto se dio por zanjado. Las relaciones bilaterales se terminarían por normalizar al año siguiente con el viaje del propio Biden a España, donde se reunió con Zapatero y con el rey Juan Carlos.

Una enseña histórica

Las primeras unidades españolas desplegadas como parte de la KFOR, en julio de 1999, fueron de la Brigada de la Legión y del Mando de Apoyo Logístico Pirenaico. La cifra de efectivos fue variando con el paso de los años, pero antes de la retirada había un destacamento de unos 630 militares, la sexta mayor presencia internacional de los 15.500 efectivos de 37 de países presentes en ese momento. En ese tiempo el tercer mayor contingente español en misión internacional, solo por detrás de Afganistán y Líbano y por encima de otros como Somalia, Chad o Bosnia —este último, el más antiguo de todos—.

A partir de 2007, las tropas españolas fueron incluidas en la Agrupación Oeste, bajo mando italiano con cuartel general en la localidad de Pec. Los militares españoles estaban desplegados principalmente en la comarca de Istok, en el norte del país, y tenían como zona de actuación unos 470 km2. Además, había un destacamento en el Valle de Osojane para dar protección a los refugiados serbios que retornaban a la zona. En enero de 2008, el coronel español Juan Montenegro colaborador de este periódico— asumió la jefatura de operaciones (J3) del Cuartel General la KFOR, encargado de la gestión y coordinación de las operaciones diarias de la misión. Su gestión en la denominada 'batalla de Mitrovica', donde estaba un batallón franco-belga, le valió la medalla de la Defensa Nacional francesa

La KFOR fue, en su momento, el mayor realizado despliegue realizado bajo comando de la OTAN y una de las operaciones militares más grandes en suelo europeo desde la II Guerra Mundial, con la gestión de hasta 50.000 soldados de 39 países. Sin embargo, la presencia de tropas aliadas ha ido reduciéndose hasta los 4.000 efectivos actuales de 28 diferentes tras diferentes transformaciones de estructura y conforme se iban transfiriendo funciones a las fuerzas de seguridad kosovares. Desde hace años, las tensiones bélicas en la región han quedado reducidas a enfrentamientos y provocaciones recurrentes, pero de baja intensidad (no se veía un incidente de esta gravedad desde los disturbios de 2004).

Los analistas descartan la posibilidad de que pueda estallar un conflicto abierto, y mucho menos mientras continúe la presencia de la OTAN, pero estos episodios recalcan que la cuestión kosovar sigue abierta. Y sus implicaciones, con Serbia coqueteando con Rusia y China, y Kosovo buscando la adhesión al bloque, reverberan en el futuro de la Unión Europea.

El 19 de septiembre de 2009, sábado a las 12:52 de la mañana, aterrizaban los últimos 88 militares españoles desplegados en Kosovo en la base aérea de Getafe a bordo de un T-17. Fueron recibidos por Chacón, el exministro de Defensa socialista, Eduardo Serra —durante cuyo mandato se inició la misión internacional con respaldo de Naciones Unidas en los Balcanes—, el jefe de Estado Mayor del Ejército, general Fulgencio Coll, y una treintena de familiares y amigos.

En el breve acto, el coronel Javier Luis García Blázquez, encargado del repliegue español, entregó a la ministra la última bandera nacional que ondeó en la Base España, en Istok. La misma que ahora se exhibe en el Museo del Ejército de Toledo "como expresión de la gratitud de toda la población española al ejemplar trabajo", dijo la ministra. El trabajo fue ejemplar, pero la misión de los aliados —ya sin España— sigue pendiente.

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