LOS 100 PASOS DE CLAUDIA SHEINBAUM PARA CONSTRUIR ‘SU’ MéXICO

La primera presidenta de México. La política más votada en la historia del país. La mujer que carga a sus espaldas la esperanza de casi 36 millones de votantes y que deberá gobernar para más de 130 millones de mexicanas y mexicanos. Tras seis años de mandato de Andrés Manuel López Obrador y otros 64 hombres que la precedieron, ha llegado el momento de Claudia Sheinbaum. La mandataria tomó protesta en el Palacio Legislativo de San Lázaro y celebró su primer acto masivo ante cientos de miles de simpatizantes que llenaron este martes el Zócalo de Ciudad de México, la plaza más emblemática del país, para escuchar los 100 puntos que guiarán los destinos del próximo Gobierno y presenciar la entrega ceremonial de un bastón de mando, el símbolo de una nueva era. “Me comprometo a seguir haciendo historia”, afirmó Sheinbaum, que escribió la primera página de su Administración en tacones y vestido color marfil.

“Me comprometo con ustedes que entregaré mi conocimiento, mi alma, mi vida y lo mejor de mi misma para el bienestar del pueblo de México”, señaló Sheinbaum en un mensaje que marcó el inicio de un nuevo curso político. Hubo mucho de López Obrador en su discurso. Sin improvisar ni salirse del carril que trazó en campaña, la presidenta habló ampliamente del legado de su predecesor y mentor político, pero ofreció también los primeros esbozos de lo que será su estilo, sus prioridades y su sello como nueva mandataria. “Hoy inicia el segundo piso de la Cuarta Transformación, eso significa mantener nuestros principios y nuestras causas”, afirmó. Los 100 puntos de su plan de gobierno retoman las líneas que trazó López Obrador —como la austeridad, la lucha contra la corrupción o la ampliación de los programas sociales—, pero dan cuenta también de su propia impronta: del impulso a las mujeres, la apuesta por la educación y la ciencia, los retos en materia de medio ambiente y la lucha contra el machismo y el racismo. Más allá de la consigna de “continuidad con cambio”, Sheinbaum dotó por primera vez de contenido a su nuevo Gobierno.

La presidenta adelantó que enviará esta misma semana una primera batería de reformas para cimentar su proyecto de país. Habló mucho más que su predecesor y que todos sus antecesores del tema de género. Sheinbaum anunció, por ejemplo, la creación de la Secretaría de las Mujeres, el combate contra la brecha salarial y avances sustanciales contra la violencia machista, como la homologación nacional del tipo penal de feminicidio y el impulso de fiscalías especializadas en los asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres. Se priorizará el acceso a la salud reproductiva, se repartirá una “cartilla de derechos” a las mexicanas y habrá programas focalizados, como una ampliación del sistema de pensiones para adultas de 60 a 64 años, que se pondrá en marcha el próximo año. No hubo, sin embargo, ninguna referencia explícita al feminismo ni al movimiento feminista.

Los programas sociales y la mejora de las condiciones laborales fueron los puntos más aplaudidos por el público. Sheinbaum se comprometió a mantener el aumento del salario mínimo; dijo que no aumentará el precio del gas, la gasolina ni la electricidad por encima de la inflación; impulsará una jornada laboral de 40 horas a la semanas, dará nuevas becas a los alumnos de educación básica y puso como meta construir un millón de nuevas viviendas durante su Administración. La presidenta electa hizo énfasis especial en la salud. Dijo que creará las farmacias del bienestar para mejorar el abasto de medicamentos; que promoverá un programa para la primera infancia y los primeros 1.000 días de vida; que consolidará el IMSS-Bienestar para “crear el mejor sistema”, y llevará atención casa por casa a los adultos mayores.

También subrayó la importancia de la ciencia, un rubro abandonado durante el pasado Gobierno. Sheinbaum anunció la construcción de coches eléctricos producidos en México, el lanzamiento de un satélite espacial, la digitalización de los trámites gubernamentales y el impulso a la industria nacional del litio, entre otros proyectos. “Haremos de México una potencia científica y de la innovación”, aseguró. Una de las principales incógnitas es si las finanzas públicas darán abasto para sostener el “segundo piso de la Cuarta Transformación”. Sheinbaum dijo que habrá disciplina fiscal, que profundizará la integración económica con Estados Unidos y que dará condiciones a los inversores extranjeros. “No volverá el modelo neoliberal, que tanto daño hizo a México”, señaló. “Nunca nos someteremos a intereses económicos, políticos o extranjeros, siempre trabajaremos por el interés supremo del pueblo y de la nación”, agregó.

Este fin de semana, Sheinbaum dará el banderazo de salida a la construcción de un tren que conectará Ciudad de México con Pachuca, parte de un ambicioso plan ferroviario que busca construir 3.000 kilómetros de vías, el doble que López Obrador y que incluye una expansión hacia Guatemala y Estados Unidos. La próxima semana, señaló, presentará su estrategia de Seguridad, que mantendrá la atención a las causas y la apuesta por la Guardia Nacional, pero dará más peso a fortalecer los trabajos de inteligencia e investigación. La mandataria anticipó también que empujará por una reforma al sistema electoral, además de una iniciativa de ley para prohibir la reelección en todos los cargos públicos, y defendió, como horas antes en el Congreso, la recién aprobada y controvertida reforma judicial. “El Ejecutivo ya se elige democráticamente, el Legislativo ya se elige democráticamente, ahora es el turno del Poder Judicial”, dijo la política de 62 años, entre gritos de “¡Sí se pudo, sí se pudo!”.

Morena, el movimiento político más importante en México, tiene una nueva líder. Sheinbaum será también la jefa de Estado con más poder en casi 30 años de la era democrática, con mayorías calificadas en el Congreso, aliados en 24 gubernaturas, una oposición debilitada y una reforma que permitirá al bloque gobernante reconfigurar al Poder Judicial. “Estoy aquí para decirle al pueblo de México, en esta plaza, corazón de la patria, donde tantas veces nos reunimos con Andrés Manuel López Obrador que no les voy a fallar”, dijo ante un mar de seguidores, en poco más de una hora de discurso. Esa concentración del poder dispara los temores de sus críticos y multiplica las ilusiones de sus correligionarios. Es el reflejo también de un momento inédito en las últimas décadas.

Las expectativas que ha generado la llegada de Sheinbaum a la presidencia sólo son comparables con las que provocó López Obrador, un punto de referencia al que ha estado sometida desde que arrancó la carrera por la sucesión y una figura omnipresente hasta el último día de la transición. Ese es el bagaje con el que llegó a la toma de protesta y a la ceremonia en el Zócalo: el lugar donde comenzó todo, el epicentro del imaginario lopezobradorista y la plaza que la presidenta ahora tendrá que hacer suya. La mayor explanada del país se empezó a llenar seis horas antes de que pronunciara su discurso. Había nostalgia por la despedida de Andrés Manuel, el presidente más popular en la historia reciente del país, pero también mucha esperanza en la sucesora.

“Llega Claudia y llegamos todas para seguir con esta transformación”, afirmó Migdalia Regalado, que hizo el viaje de más de 700 kilómetros desde Juchitán, Oaxaca, para estar presente. El Zócalo levantó las manos hacia el cielo para pedir por el nuevo Gobierno, se rindió ante el misticismo de los pueblos indígenas y afromexicanos e hizo un último homenaje al fundador del movimiento. Sheinbaum entendió el peso de los símbolos, los protocolos y las reglas no escritas del movimiento, pero tomó el bastón de mando y anunció las directrices de su Administración, la señal más clara de que los tiempos políticos en México han cambiado y de que Morena tendrá que imaginar y empezar a acostumbrarse a un futuro más allá de López Obrador.

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